jueves, 12 de junio de 2014

Para arriba o para abajo

Estaba yo plácidamente sentado, cuando de repente, debido a uno de esos impulsos que a veces tiene el cuerpo humano, y a la sequedad de mi garganta irritada por la amigdalitis, tragué saliva.

Mi lengua se contrajo hacia atrás, desplazándo el mencionado líquido hacia mi interior. Todo parecía salir como estaba previsto, así que al acercarse la oleada, mi faringe abrió sus brazos para recibirla.

Entonces algo hizo "crec". Hizo crec y se coló sin pagar entrada. Como el monstruo de The Host sumergiéndose en el río, la placa de pus que se había formado en mis amígdalas invadió mi sistema digestivo. Y me confundió.

¿Para arriba o para abajo?

Para abajo, olvídate, esto nunca ha pasado, la garganta ya no duele, todo es un final  feliz. ¡Pero tengo pus en la garganta! ¡Para arriba, que abandone mi organismo lo antes posible!

Sin voluntad alguna sobre mi cuerpo, subconsciente peleaba consigo mismo, como el loco ese del club de la lucha, y mientras tanto, un bulto desagradable seguía parado a media garganta.

Para abajo fue finalmente la decisión ganadora, pero no tras infructuosos intentos de lo contrario. Sólo cabe esperar que la potencia de mis jugos gástricos sea suficiente para acabar con esa semilla del mal, y todo habrá acabado, seré otra vez un tipo sano.

Pero el recuerdo de este mal trago tan literal me acompañará por el resto de mis días.